Como ya anuncié, últimamente ando escasa de recursos y
me dedico a arañar de aquí y de allá para tejer los retos y saldar mis deudas.
Hoy toca más de lo mismo. Resulta cómodo este sistema. Al fin y al cabo, yo no aspiro a vivir del cuento. Tomaré prestado todo aquello
que me venga bien y me permita seguir aquí, dándole mucho al pico y, de paso, importunando
un poco.
Ya os acostumbrasteis a mis ausencias y olvidasteis comentarme
el último leitmotiv.
¡Cómo si necesitara excusas para faltar a la cita!
Continúo aquí. No sé si puntual o no -a la cita
semanal- retomo la faena con cierto interés y mucho descaro.
¿Y ahora qué hago?
¿Ahora qué pongo? ¿Llegaré a tiempo? ¡Se acerca la hora y aun no puse nada!
¡Ca! ¡Ni hablar! Eso se acabó, chicos. Era hora de tomar
una decisión y la he tomado: voy a alimentarme de obra ajena y zanjar de un
plumazo todas mis tareas.
Sí, impropio de mi, sí... ¿y qué? ¡si lo importante es
participar!
Veréis: en los últimos días, tirando y tirando del
hilo, me encontré con algo que me dejó perpleja y ojiplática -oí esta expresión
hace poco y me hizo mucha gracia, por eso la comparto con vosotros, aunque no la
recoja el diccionario.
Bueno, al grano: dando vueltas de aquí para allá,
busca que te busca, hete aquí que encontré una instantánea en la que estoy
guapa, pero guapa, guapa. Guapa de verdad.
¿Podéis creerlo? Nada de risitas, ¡eh!
¡Estoy tan contenta con ella!…
Ya era hora de tener un retrato que me hiciera justicia.
Bien es cierto que no es actual, de acuerdo, pero qué importa, soy yo y estoy tan
guapa. Es evidente que me cogieron distraída cuando apretaron el botón de la cámara. A juzgar por mi expresión, algo o alguien -mucho más interesante que una cámara
fotográfica- atraía mi atención.
Estoy tan contenta que aprovecho esta ocasión para agradecerle
al autor del retrato que hubiera fijado el objetivo de su cámara en mí, en aquel
preciso instante en que vagaba, despreocupada, fisgoneando por allí.
¡¡¡Gracias, tú!!!
|
Mira que eres linda. Qué bonita eres. |